Si echo la vista atrás y me voy treinta años atrás no me reconozco en algunas cosas. Y mucho más en estos tiempos que corren. Treinta y dos años después en mi conciencia y en mi piel han cambiado muchas aristas. Desde el punto de vista político y social yo ya no soy aquel tipo. Tal vez es otra de las consecuencias del paso del tiempo, como la madurez. Esto no quiere decir que ocurra esto con todo el mundo, supongo que cada ADN actuará de una manera distinta. El cambio de ese que fui al que soy no solo ha satisfecho mis expectativas sino que he aprendido a ser menos impulsivo y más reflexivo ante cualquier acontecimiento. Ahora compruebo no solo a que haya agua en la piscina, también me aseguró que tenga de salida de emergencia. La imprudencia a veces me jugó malas pasadas. Pero la osadía no terminaba de irse de vacaciones un tiempo y así dió paso al equilibrio prudente que ya reivindicaba su espacio
A propósito de todo esto podría darte algunas situaciones pasadas que ahora serían impensables llevarlas a cabo de nuevo. Por ejemplo : Las siglas, las banderas y las consignas, hoy me producen pena, una lástima infinita. Se han corrompido hasta la saciedad y hasta estos días convulsos en los que nos encontramos. Ahora a los líderes, a los sobresalientes, los cuestiono. Antes iba a pies juntillas con mi camiseta del Che de la mano de todos/as. En un tiempo atrás estaba en la calle alzando mi voz por la Independencia de Euskadi o en la barricada gritando a favor de la muerte seleccionada con una chapa en la solapa donde un hacha y una serpiente llenaban el circulo de metal y " me distinguían del enemigo". También fui un bastardo malnacido, un terrorista de carretera como a los que ahora denuncio sin piedad. Bebía y a veces tambien me colocaba y aunque no corría ni hacia el cabra, era un peligro para el resto de los mortales. Afortunadamente, desde que tengo el permiso ( 1980 ) nunca tuve un accidente. Asimismo, " fui un putero". Me gustaba el ambiente medio lumpen de los clubs de carretera, los antros de los pueblos y por supuesto esas extraordinarias mujeres de las que tanto aprendí y tanto me enseñaron. Y una cosa me llevó a la otra y durante un tiempo me convertí en un pequeño trapichero en las noches de las lumis. Me gustaba porque me producía un cierto morbo. Mas tarde las fiestas y los excesos asesinaron el placer de las compañías al tiempo que se asomaba la gran crisis. Esa fue parte de mi vida en otro tiempo. Ni mejor ni peor que la tuya posiblemente. Y ahora aquí estoy vacío de casi todo aquello que formó mi pasado. Pero sin rencor ni reproches a nada ni nadie. Aquello tuvo su coyuntura y si actúe así fue porque en aquel momento yo era ese y por supuesto no me avergüenzo ni me jacto de nada.
Todo eso queda en mi mochila o en mi maleta y con ella sigo viajando. En el camino he dejado amigos y situaciones inverosímiles que formaron mi intelecto de alguna manera. Y seguramente otro montón de cosas que estarán en alguna parte de mi cerebelo y si quieren algún día ya me ajustaran cuentas o estimularan mi muerte cuando le toque su turno. Estas son mis hormigas blancas y negras. Las tenemos todos y tarde o temprano salen por cualquier razón o ante cualquier conato de recuerdo. No se si es justo que la vida y la gente se meta en esa parte de ti para juzgar tu hoy. Yo considero que somos muy verdugos si solo repasamos la historia de algo o de alguien de esa manera tan cruel e injusta. La gente tiene derecho a cambiar. Porque además de alguna manera todos pasamos por esta parte de la existencia. Dicho esto, ahora supongamos que decido formar parte de un partido político, una asociación benéfica o me presento a un puesto que tenga que ver con la sanidad, con los derechos humanos etc. O también porqué no de un reality de Tv. Pregunto : ¿ Que pasaria con mi pasado ?. Sería un muro, un salvoconducto o la excusa perfecta para eliminarme de cualquier cosa políticamente correcta ?. Considero que no es justo, la gente tiene derecho a cambiar y esto es incuestionable...
