Richi, como se hace llamar o como le gusta que le llamen, es de esos tipos que gusta conocer. Basta cualquier pretexto siempre si las personas son cercanas. Y él lo fue. Sentado en un lateral del inmenso local te hace sentir bien cuando canta en tonos discretos. Te acompaña en la charla o simplemente te hace compañía si estas solo contigo mismo y con tus cosas. Lo hace en clave de samba suave, notas de Opera y canciones de siempre. Algunas en un español entre americanizado, con tonos de italiano y francés casi rumano. Y por eso mismo, por hacerlo en mi idioma, me acerque y seguí algunas canciones de bolero al compás de sus notas como pude y como sabía. Fueron un par de veces las que subí las escaleras para disfrutar de un momento que invitaba a romper el protocolo y hacer unas risas.Y así fue. Con aplausos incluidos de la treintena de seres humanos que estaban en ese momento en este rincón de la bella Baden Baden. Cuando acabó la actuación se acerco a la mesa donde estábamos y estuvimos sacando impresiones del viaje en un tono de complicidad absoluta. Agradeció la cerveza que saque para el y también nos contó un poco de su vida. Le gusta tocar desde muy pequeño, pero su trabajo fue en el mundo de las cámaras como director. Un día lo dejó todo, y cambio el stress diario por una silla y una guitarra. Pero mas que nada, porque quería hacer lo que mas le gustaba. Esta casado con una médico, tiene familia y no lo hace por dinero. Aunque según me dice, le vienen muy bien para gastos y gasolina los 400 euros que cobra por dos horas haciendo compañía a los clientes del montón de locales a los que acude. Pero sobre todo disfrutando el mismo. Y se nota mirándole, la paz que transmite te da la clave de un hombre tranquilo y libre.
Me dijeron que no me fuera de la zona sin visitar Estrasburgo y me sorprendió ya que tal vez por ignorancia, pereza o porque nunca escuche nada sobre esta ciudad, salvo lo relativo a que allí se encuentran las principales instituciones europeas. Y como estábamos relativamente cerca decidí sin consultar a la Jacinta poner rumbo sureste. Según entrabamos, sus canales me traían recuerdos de Amnsterdam. Tanto, que fuimos directos a dar un paseo para ver la ciudad desde el agua. La vuelta es de una hora y media mas o menos. Pero solo es interesante lo primeros diez minutos, despues es soporífera. Sobre todo cuando tienen que hacer lo que llamo un " Panamá ". Entrar en lo diques para subir y bajar alturas. 
