" Te confieso que llevo más de un año rompiéndome por dentro y saldando con lágrimas un pasado, gracias a ellos "

Hace algo más de un año tiré a la basura tres cañas de pescar, las utilizaba como una manera de pasar unas horas de ocio a solas y conmigo. Sin pretensiones de capturar piezas o destacar las habilidades que pudiera o no tener. Me deshice de ellas porque no tenía sentido sacar una pieza de su hábitat y dejarla en la bolsa sintiendo como se va ahogando dando coletazos hasta su muerte. Hasta ese dia nunca me paré a pensar sobre esto, pero también te digo que saboreo un buen pescado cuando tengo la oportunidad. Un contrasentido, una hipocresía, es posible, pero no soy animalista de bandera ni consigna. Solo soy un tipo afortunado por seguir haciendo lo que me dicta el corazón y alguien que posiblemente siga en proceso de cambio interior. Que por otra parte y en mi opinión, en eso consiste la vida hasta que dejamos de tenerla.

Siempre me encantaron los animales y me encantaría vivir en una casa rodeado de ellos pero mis circunstancias personales en este momento y desde hace tiempo me impiden tener mi propia guarida. Sin embargo, comparto dos pequeños jerbos con la persona que me alquila una habitación en su casa y me siento feliz mirándolos y/o jugando con ellos. Antes de estos, que son machos, tuve una pareja de hamster comunes y pude presenciar el nacimiento y cuidado de sus crías y toda su evolución. Me pasaba horas y horas mirando sus comportamientos, sus cariños, sus celos. Estos pequeños bitxitos dejaron y dejan en mi interior, una paz y un sosiego que han vapuleado ferozmente mi línea de flotación. Me he convertido en un gran llorón y en un tipo con la sensibilidad a flor de piel en peligro de convertirse tal vez, en una patología. Este comportamiento, lejos de preocuparme, me hizo reflexionar llevándome de cabeza a mi niñez ajada, a mi adolescencia truncada por la vara y el puño. Me canse de los golpes y puse tierra de por medio sin acuse de recibo hasta este momento vital en el que me encuentro. Han pasado más de cuarenta años caminando solo. En todos estos pasos he tenido que masticar mis lágrimas amargas y he tenido que pintar de colores mis días de soledad. He sido mi padre, mi madre, mi hermano, todo este tiempo. Creo que ahora a mis 63 he comenzado a vomitar lentamente toda la dureza retenida durante todo este tránsito. Cualquier profesional que dedique al estudio de la psique diría que durante todos estos años he tenido que bregar sintiendo una terrible y bien disimulada indefensión. Pero parece que ahora a través de las lágrimas, estoy soltando todo aquello a través del amor que siento por los animales, esos maravillosos culpables del cambio que afortunadamente estoy sintiendo.

Me rompo en todo mi ser cuando veo a inmundos seres llamados humanos, maltratandolos de todas las deleznables maneras posibles e inimaginables. Me rompo cuando siento el miedo en sus ojos, cuando los veo mutilados, abandonados y terriblemente solos. ¿ De qué pasta estan hecha esta calaña. De dónde vienen estos seres desalmados, estos indeseables. De qué vientre salen estos cobardes, esta basura canalla y psicópata ?. Esta gentuza tiene que ser duramente castigada. Y por supuesto, me presto a soltar la guillotina sin que me tiemble la mano. Estos días no he podido ni he querido ser ajeno a la catástrofe, a lo que esta ocurriendo en Australia con el fuego arrasador. Son de momento más de 27 personas muertas y según los últimos datos, más de mil millones de animales de todo tipo, que se dice pronto Las imágenes de los Koalas y los canguros caminando abrasados, pidiendo agua y dejándose cuidar las heridas por ser humanos admirables, me han dejado herido el corazón y el alma. Me han desgarrado las vísceras y he soltado el dique de mis lágrimas doloridas e impotentes. Como todas las que ahora mismo estoy soltando contandote la pena que embarga todo mi ser porque me he visto a mi mismo.