viernes, 22 de noviembre de 2019

UN HOMBRE RGI TAMBIÉN EN NAVIDAD " Ya no soy aquel tipo que fue a pedir ayuda sonriente y esperanzado "


Esto que me dispongo a contarles lo podria contar tambien un monton de ciudadanos/as que están en mi situación o parecidas a la mía. Hablo de los "sin nada" y que percibimos una Renta de Garantía de Ingresos. Es decir, una ayuda, aunque se reconoce como derecho, para paliar un poco los daños colaterales que por los motivos que sean te han llevado a esta situación, con el objetivo social de que sea transitoria. Si el motivo principal es haberte quedado en paro, ellos dicen que harán todo lo posible para que vuelvas a empezar. Y ademas, que te ayudarán a prepararte y ponerte al dia. Esto es la teoría y lo que presuntamente les gustaría que ocurriera, pero como casi siempre la realidad lo supera todo. Pero no voy hablar de la nefasta gestión política de Lanbide que ya sabemos, es lamentable, sino de la parte humana que este departamento olvida. Me refiero al desgaste vital de aquellos ciudadanos que como yo son dependientes de este auxilio.


LA CAÍDA

Mi ultimo trabajo fue hace trece años como representante de una multinacional. La crisis fue la causante principal de quedarme sin él y por supuesto el cambio de Era que sigue produciéndose y donde nada volverá a ser como antes. Unos años de paro remunerado mientras me afanaba a que el sistema me recogiera de nuevo. Me sentía vital, dispuesto, entusiasmado y por supuesto preparado. Pero no lo hizo. Más tarde y mientras quedaba algo en la caja de resistencia, vendi el coche, luego los muebles que tenía en la casa de alquiler que por supuesto tuve que abandonar. Después, después está la calle. Pero fui afortunado, una mano me dijo "aquí tienes un lugar mientras tanto". Quien sabe como hubiera sido mi vida sin él que para mi en ese momento fue, mi ángel de la guarda.

EL DAÑO COLATERAL

La crisis arrasó y trajo abusos, explotación, impunidad empresarial y una frontera cruel para los mayores de cincuenta años. El sistema ya no contaba con nosotros/as la mano de obra joven y los contratos basura bastaban para enriquecerse como antes. Nadie contestó jamas a las decenas de curriculum que envie asi que tuve que acudir a pedir ayuda al sistema de protección social un par de meses antes de que se me acabara el paro remunerado. Desde ese momento ya me había convertido en otro sin nada. Como cumplía todos los requisitos se me concedió una RGI y esto me dio impulso para no decaer y seguir intentando volver a la actividad laboral a través de Lanbide. Me apunte a cursos que jamás se hicieron por falta de un determinado número de personas. Nunca en nueve años me han llamado para un trabajo y por supuesto ya me doy por vencido con los setenta y tres que cumpliré próximamente. Es precisamente en este punto donde quiero reflexionar y de paso que reflexionen también los altos cargos de la cosa esta llamada Lanbide. 

LA REALIDAD DE LOS DÍAS

A estas alturas ya he perdido la esperanza, el entusiasmo y la vitalidad. Ustedes han tenido parte de culpa, también el tiempo y el deterioro natural del paso de los días. He cotizado 36 años de vida laboral, aunque en negro y por necesidad de trabajo más la imposición empresarial he cotizado unos cuantos más. Comencé muy joven como todos los de la generación del 57 y supongo que algo me quedará de pensión, no lo se. Y tampoco se si sera igual o parecida a mi RGI ya que tal y como están las cosas de cambiantes es mejor no comerse mucho la cabeza. Ahora y siempre hasta la fecha recibo 667 euros para comer, para vestirme y para pagar los gastos de primera necesidad. Más 250 euros para un lugar donde dormir y vivir que en mi caso y en la de mucho/as, es una simple habitación. Sinceramente, no da para mucho, pero soy consciente de que hay muchas familias con hijos que sobreviven con un poco más que esto. La vida en nueve años que llevo percibiendo este dinero se ha encarecido considerablemente pero he tenido que adaptarme a tener todavía menos poder adquisitivo. Afortunadamente mi casera también ha puesto lo suyo ya que sigue cobrandome lo mismo ( 250 euros ) desde el día que entré a vivir en su casa y me siento profundamente agradecido. La verdad es que a pesar de todo me siento privilegiado un tipo con suerte dentro del agobio.

SUPERVIVENCIA

Mi pregunta a los responsables políticos que gestionan esto es : ¿ Se han planteado pensar en algo más que en ustedes ?. No creen que deberían tener en cuenta que la vida sube para todos ?. ¿ Saben ? encontrar una habitación donde vivir cuesta hoy entre 300 y 350 euros en el mejor de los casos. Sin valorar las condiciones de algunos lugares. Entrar en un supermercado, acercarte a comprar unos zapatos y vivir en definitiva se ha encarecido notablemente. Y sin embargo parece esto no va con ustedes ni esta a la altura de las políticas sociales que nos merecemos por derecho. Estoy seguro que subyace en el cerebro de muchos que ahora leen esto, la frase : ¡ Y no te quejes que hay gente que no tiene nada ! y lo jodido es que tienen razón ¿ De que me quejo ?. Pero precisamente esta observación  es el salvoconducto que da alas a los incompetentes que no ven más allá que las cifras en positivo de su responsabilidad en el cargo y no la calidad y el fin de su gestión. ¡ Claro que me quejo y mucho !. Porque tienen que salir del despacho y pisar las calles para que vean las cosas más allá de sus txokos privados y sus sueldos vitalicios.


CONCRETANDO

Antes y ahora era pobre, no tenía nada y cuando tuve algo seguía sin tener nada porque todo costaba más con el paso del tiempo. Me da pena y coraje por mi y por todos los que están en situaciones similares. Seres válidos, capaces y en mitad de su vida rotos, abandonados por un sistema perverso e insolidario que los mantiene con una renta de garantía de inserción y un futuro completamente congelados. Ahora llegan fechas que se clavan en el pecho aunque tu no lo quieras. Son lanzas envueltas en papel de regalo que duelen verlas debajo de un árbol que no existe. Y es que para los sin nada, para los que estamos en esta situación, la Navidad son días como cualquier otro. No hay cenas ni comidas distintas a las de siempre. Como tampoco hay razones para celebrar nada salvo que sigas respirando. Y eso lo haces cada día cuando despiertas. Estamos condenados a sobrevivir como todo un ejército de seres humanos que hoy están en esta misma cuerda floja, en esta ciénaga crónica.Y así poco a poco nos vamos apagando, vamos perdiendo esperanzas, perdiendo memoria y razones para seguir tirando. Eso sí, gracias al instinto de supervivencia innato en todo ser vivo, seguiré escribiendo. Seguire desnudando mi alma y disparando a bocajarro a quien se lo merezca y a quien ose retar mi dignidad.

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