Hoy quiero hablar en nombre de todos ell@s. De todos esos seres humanos que como yo fueron seccionados en canal justo en la mitad de su vida. Quiero en este día en el que hablo en nombre de mis semejantes lanzar un grito de rabia e impotencia ante este gueto injusto e hiriente en el que nos hemos convertido. O mejor expresado, al que nos abocado a permanecer. Nueve largos años han pasado desde la ultima vez que firme una nómina de salario. Mas de tres mil días ya con sus angustiadas y temibles noches junto con sus desesperados e inciertos amaneceres. Sintiendo hora a hora como se apaga cualquier luz de esperanza en que algo cambie. Pero todo sigue igual en ese inalterable territorio comanche del que formamos la nueva tribu. Esa variopinta colección de pobres del siglo XXI donde casi nadie se salva.
Y todo este tiempo solo ha servido para apagar cualquier conato de esperanza ya. En este transito de días el desgaste no solo es moral. Al principio crees que tu bagaje profesional será tenido en cuenta. Que los resultados positivos en tu labor de venta - por ejemplo - servirá para que alguna empresa valore tu valía. Te convences de que todavía tienes un lugar que esta para ti. A pesar del palo y de todo lo que viene después los primeros meses son de agitación desesperante. Quieres que suene el teléfono, que llegue la carta.. Pero pasan los días y nada de esto ocurre. Y ese tipo que siempre fue inquieto, vivo, vital y positivo poco a poco comienza lentamente a bajar de la nube asumiendo lo que parece inevitable: " Tu vida laboral a los cincuenta, llegó a su fin " . Después da igual lo que te digan sobre la suerte, las oportunidades y la esperanza de que tal vez mañana pueda ser un buen día. Te conviertes poco a poco en el escéptico que siempre detestaste y asumes la realidad de una manera infinita. Por eso dejas de creerlos cuando hablan de futuro. Pierdes todas las cartas de sitio cuando ves a las nuevas generaciones con hambre de asegurarse el futuro que tu ya has perdido y que lo hacen además, navegando a otros puertos. Y lo peor : Para hacer lo mismo, pero a cientos de kilómetros y a mucha distancia de los abrazos, si los tiene.Te dicen que te recicles. Que sigas . Que aprendas ingles y que sepas darle al botón de " Enter " en tu ordenador. Que tal vea así sea mas fácil. Y muchos lo hacen, lo hicimos, pero solo sirvió para asesinar al tiempo de una manera mas amena y tal vez mas productiva para uno mismo. Eso esta bien, pero no es suficiente para crear estímulos que ayuden a salir de casa con un ápice de horizonte.
Solo quien está pasando por esta situación sabe de lo que hablo. Otros que afortunadamente no lo están, podrán intuir como es la vida de cada día para los que estamos en este limbo olvidado pero la realidad es mucho mas dura. Afecta al físico si comienzas a llevar una vida sedentaria, en la que es fácil caer. También lleva consigo un desgaste psicológico donde guardar el equilibrio mental debe de ser una tarea diaria y si no estas perdido. Creo que todo este espacio vació y libre que deja el tiempo yo particularmente he sabido aprovecharlo y aún lo hago. Por ejemplo : " Me hice casi un especialista en rellenar y enviar a quien correspondiera Currículum Vitae. Aprendí solo a través de los tutoriales a crear paginas web. Intente aprender algo de ingles con películas originales, y algo me quedó. Dirigí y presenté un programa de radio y un largo etc de cosas no remunerativas que mantuvieron hasta hoy mis días negros. Esos en los que la ventana y el vació a veces te llaman. Pero nunca es suficiente. Ahora, después de todo este tiempo, he asumido donde me encuentro. Llevo nueve largos años de condena en este pozo. Después de todo me he acostumbrado a sobrellevar el nuevo lugar que ya se ha echo viejo. Ahora ya no cuento las horas ni los días. Tan solo dejo que transcurran y a ser posible con calma. A pesar de todo lo pasado, mi historia comparada con la gran mayoría apostaría que es un bálsamo. No se si sera porque mantuve la prudencia o vislumbre lo que tal vez podía pasar y trate de buscar refugio antes de la tragedia. Quien sabe. Es posible que también la suerte hubiese decidido darme la mano. O que recogiese los frutos de lo que sembré hasta entonces. Pero eso no cura ni por asomo la herida de saberse ya, proscrito para casi todo. O al menos esa es la sensación ante la evidencia.
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