Ya estaba instalado en mi nueva guarida y la verdad resultaba muy entretenido tener frente a mi portal uno de los lugares de mas ambiente y de moda de Bilbao, La Otxoa. Todos los días cuando salía de la tele me tomaba un copa y los fines de semana en mas de una ocasión lo cerraba. Algunas veces incluso cruzaba la calle acompañado de un ligue, casi siempre de una noche. No estaba para atarme a nadie y tampoco me apetecía. Además tenia mucho papeleo poniendo las cosas de la casa del pueblo al día y ni se los viajes que hice al Bierzo en aquellos meses. Era uno de los bares de copas donde todos los días había un ambientazo de la hostia. Cuantas historias en aquel pasillito famoso camino de los servicios y rincón estratégico para el flirteo y la locura.
Pero llegó la mala noticia, el trabajo en la Virgin se acabó y el chollo también y aunque tenia la esperanza de vender la casa pronto, tenia que encontrar un trabajo aunque tuviera paro. Además, me había quedado sin coche, justo cuando mas lo necesitaba. Así que tuve que pedir un pequeño préstamo al banco con el que trabajaba, la inmediata venta de la casa, fue la garantía. El banco me apoyó porque le prometí hacer todo el ingreso cuando la vendiera. Compre uno pequeñito para poder desplazarme al pueblo y por si me salía algo en el mundo comercial. Mientras tanto, estuve algunos meses en la Inmobiliaria que estaba a lado de mi casa, tenia amistad desde que llegue al nuevo barrio y me dijeron que mientras me salía algo que probara para ver que tal. En aquellos años el ladrillo era la panacea y tuve tan buena suerte que hice la venta de un pisazo a un cardiólogo del Hospital de Basurto. Recuerdo que me lleve una buena tajada, pero solo vendí uno ya que tuve que dejarlo por una propuesta que me llego de Madrid. Era también una empresa de video juegos, Proein, se llamaba. Se habían enterado que su competidor se había deshecho de su red de ventas y yo estaba disponible en la zona norte. Estuve cuatro meses, su gerente era un tirano y las condiciones habladas no se cumplieron y me marche. De ahí y por ser conocido en videoclubs, en unas semanas recibo una llamada de la empresa de cine para adultos Negro y Azul para llevar la representación de la marca, solo para el País Vasco. No era gran cosa, pero al menos estaba ocupado ya que apenas tenia que ejercer de vendedor. Eran colecciones mensuales de diez películas pactadas previamente, así que solo era entregarlos. A primeros de Enero del 2002 y con toda la expectación del mundo entra el Euro, la nueva moneda que se instalo en toda la Unión Europea. Se acababa eso de tener que cambiar monedas para viajar a países del entorno y que además era un fastidio y una jodienda. No se porque, pero siempre salíamos perdiendo. La sorpresa llego meses después y los años siguientes hasta nuestros días, la esperada moneda fue la ruina para los ciudadanos/as y para el país en su conjunto. Lo que costaba por ejemplo, veinte euros, nos parecía baratísimo, hasta que nos dimos cuenta que en realidad habíamos perdido poder adquisitivo y de que manera. Costo algunos años acostumbrarnos y darnos cuenta que nos la habían metido doblada y hasta el esternón.
Un día me llama la inmobiliaria que se encargaba de la venta y me dice que tenia un posible comprador, pero teníamos que rebajarla de veinticinco millones y medio de pesetas que se pedía, a veintitrés y medio. Las quinientas mil pesetas, era la comisión de la inmobiliaria. No me lo pensé dos veces, en mi cabeza tenia metido el signo del dólar y que ese dinero me arreglaría la vida justo en el momento en el que estaba al filo del abismo laboral y económico. En la empresa que estaba no ganaba ni a cuarta parte de las otras, tenia pequeños débitos, la letra del coche y el pago del piso en que el vivía, que precisamente no era barato. Estaba puesto como ya os comente en anteriores capitulo, a todo lujo. Era de una dependienta del Corte Ingles, lo alquilaba durante un año hasta que se casara, para sacarle unas perrillas mientras tanto, según me dijo cuando entre a vivir y que se lo cuidara bien, como así hice. La verdad es que era pequeño pero estaba completísimo. Así que tener ese dinero en aquellos años, era ser millonario y la sensación por dentro era maravillosa. Sentía de corazón, que era la recompensa a toda una vida de baches y soledades, el pago a todo el dolor vivido y sentido. Fue todo eso durante casi cinco años, pero también mi perdición. Lo curioso es que desde el principio sabia, intuía que seria así. Y llegó el día, así que me puse de camino al pueblo. Lo hacia nervioso, contento y con un montón de miedos e interrogantes. Algo extraño que no sabría definir en profundidad en este momento. En el notario, recibía un cheque a mi nombre por valor de diecisiete millones de pesetas y tres millones en efectivo, todo ya en euros. Y flipé con el pequeño taquito de billetes de quinientos euros que contenía tres millones de las antiguas pesetas. Comí con el vendedor, le di su parte correspondiente y de nuevo me puse de camino a casa. Venia con miedo por la pasta que traía encima preguntándome ¿ Y si tenia un accidente y si me robaban ?. Menos mal que se me quitaba pensando que desde ese momento el mundo era mío y que a partir de aquí, me quitaba de pagos y débitos, partía de cero. Y eso daba una paz infinita e indescriptible. Te lo juro.
Esa noche apenas dormí pensando en cientos de cosas, todas positivas. Pero sobre todo que hacer con todo ese dinero. Lo mas sensato sería comprar una casa, pero el ladrillo entonces estaba por las nubes, daría la entrada pero me hipotecaria para toda la vida. Y el trabajo ni era seguro ni era bueno lo cual no tendría para asumir gastos. Eso lo descarte esa misma noche y me dije : De momento baja a la tierra, relájate y disfruta del maná caído del cielo que acababa de recibir. Y así lo hice. Al día siguiente fui al banco e ingrese todo el dinero como así le prometí a su directora por apoyarme. Pague el coche y otros pequeños agujeros que tenia y de verdad reitero que la sensación fue única y extraordinaria, como si te quitaran una losa de encima que aunque no era excesivamente pesada, si era un agobio. A partir de ese momento no debía dinero a nadie. Después, solicite la Visa Platino, esa que lo pagaba todo y que abría casi todas las puertas con solo sacarla de la cartera. Al salir del banco me sentí otra persona pero sin perder mi esencia ¡ Pero joder ! es que de momento mi vida estaba resuelta en todos los aspectos. No tenia ningún problema y tenia pasta para lo que me diera la gana. Si algo aprendí de Azucena era ser generoso, lo fui toda mi vida hasta el momento en el que escribo. Pensé en Sara, hacia meses que me había separado de ella y creía justo recompensarla, no me preguntes porque, no sabria contestarte. Le llamé, quede con ella para comer y le entregue en mano un millón de pesetas, o mas bien seis mil y pico euros. No se lo esperaba, así que alucino un poquito y según dijo, le venia muy bien y me dio las gracias. Yo sentía que había hecho lo correcto y lo justo moralmente. Tal vez motivado por algún sentimiento de culpa ? podría ser posible.
Al día siguiente fui a mirar el nuevo Mini Cooper que había salido al mercado, era un coche que siempre me gusto mucho, ya había tenido uno pero de los antiguos. Tenia la intención de comprármelo, un capricho que costaba cinco millones de pesetas creo recordar, pero hubo un detalle que me echó para otras "Tenia el cuenta kilómetros encima del salpicadero y era enorme " no me gustaba. Así que opte por ir al concesionario donde trabaja un conocido y le pregunte por algún coche grande, bueno y de segunda mano que estuviera bien. Sali de allí con un Peugeot 405 gris precioso, aquello parecía un camión por dentro y por fuera después de haber conducido coches pequeños. Me costo acostumbrarme, pero disfrute mucho con el y si pudiera hablar te contaría cosas inconfesables ...
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