lunes, 25 de enero de 2021

LA BREVE HISTORIA DE UN AUTENTICO HIJO DE PUTA : Capitulo 33

La primera vez que montaba y viajaba en avión. Además de nervioso, estaba agobiado ya que de Bilbao íbamos a Madrid en un avión  mas o menos grande y allí cambiar de terminal para coger el vuelo directo a Chile. Pero ese avión era enorme un Boeing 747 conocido como la Paloma del Cielo. Si en el despegue desde Bilbao me acojone cuando escuche el ruido del tren de aterrizaje recogiéndose. Cuando lo hizo el siguiente, creía que se caía de la misma. Se movía todo en los ocho minutos que duro la subida. La verdad es que el cambio  de terminal y toda la movida de puertas y escaleras, salió bien. Un médico chileno que viajaba a su país con su mujer,  me vio que cojeaba, que con una mano arrastraba un maletón, en la otra una chaqueta, despistado y nervioso se apiadó de mi y me pregunto donde iba mientras me vio mirando el panel de próximas salidas. Le dije que a Chile, a Santiago. Pues síguenos, allí vamos nosotros también. Embarcamos, ellos viajaban delante en clase preferente yo en clase cola con el resto de los no preferidos. Les di las gracias y allí nos despedimos ¡¡ Buen viaje !! me dijeron. Eso espero, les conteste. Al poco de despegar y coger la autopista , nos  trajeron la cena. Una bandejita con ensalada, pollo asado bollito de pan, una mini botellita de vino. Y de postre, un yogur, no tome café para que no me desvelara pero pedí un wiski Yak Daniels con hielo. Me tocó en la ventana y al lado tres monjas sordomudas. Y no es broma, me pase el viaje hablando con un bolígrafo. Me relaje echando el asiento hacia atrás, eran filas de cuatro. En ese momento y cuando mas tranquilo creía que estaba, me entro un pánico interior horrible, pensando en lo que estaba haciendo. Todo lo que dejaba atrás y la incertidumbre de lo que tenia por delante. Luego pase a otro estado mas positivo en la creencia que allí iba a tener suerte con el asunto de la radio, estaba convencido. Y además iba a un país con una historia especial, algo soñador también, porque no decirlo. No se como explicar aquella sensación. Lo que estaba claro es que no viajaba aquí al lado, sino a once mil kilómetros de donde nací y donde tenia todo lo que me identificaba Y lo peor, es que de momento ya no había marcha atrás. El viaje se me hizo eterno, entre comidas cenas y desayunos y tantas horas sentado salvo para ir al baño o a estirar un poco las piernas. Bueno, mejor dicho, pierna y media. El capitán nos aviso de que estábamos a unos minutos de aterrizar y que miráramos por la ventana. Estábamos pasando por la impresionante y majestuosa Cordillera de los Andes y además completamente nevada a pesar de estar en pleno verano.




Allí estaban esperándome Begoña, su marido al que no conocía y a un crio de unos cinco años hijo de ellos que tampoco sabia que existía. A partir de ese momento estaba completamente en sus manos. Otra familia en vida, pensé. Al salir al exterior, ver a la gente, los coches, los edificios me daba cuenta que llegaba a un país pobre, humilde y con gente muy seria y bajita. Nada que ver con el lugar de donde provenía, pero nada. Es como señalaba antes, haber regresado al pasado de alguna manera. Tal vez sugestionado por la extraordinaria película Missing de Yak Lemon que había visto semanas antes de  venir. Vivian cerca de la ciudad de Santiago, en un pueblo llamado Talagante. Tenían una casa de madera enorme con un jardín espectacular . Estaba un barrio de  clase media alta llamado Lonken, un lugar que tiempo atrás fue trágico. Lo cruzaba un rio y por esas aguas veían bajar centenares de cuerpos de hombres y mujeres asesinados por los milicos del dictador. En ese mismo lugar también vivía el famoso cantante chileno en aquella época  algo así de famoso como Víctor Manuel en su buenos tiempos. Amigo personal de mis nuevos caseros. El tío era majo, abierto divertido y guapo. Su mujer argentina y modelo, también.  La casa era muy acogedora, muebles de bambú, flores por todas partes y una decoración totalmente vintage. El se buscaba la vida con cientos de negocios humildes que emprendía y al poco cerraba. Ella diseñaba ropa, oficio que aprendió después de ser peluquera y además tenia una tiendecita pequeña en el pueblo, donde los vendía. El taller lo tenia en casa, donde cuatro chicas elaboraban las piezas. También disponía de chica de servicio. Al parecer no les va mal la cosa, pensé. Claro, la pobreza se notaba en la gente, los sueldos no daban para mucho y a poco que fueras algo espabilado, hacías negocio con mano de obra barata. Y esta pareja lo eran, ganaban sus dineritos y se llevaban bien. El poco tiempo que estuve nunca les vi discutir un mal gesto una mala cara. Solo les escuche follar. Se conocian de sobra y sabían respetar sus espacios y el de los demás. Dos hippies, dos seres que vivían el momento fumando hierba y haciendo risas. Me encantaba su rollo. hicimos buen amistad. Me costo dormir ese día, imagino que por el viaje, los cambios horarios y la altura que estaba el país al nivel del mar. Me levante pronto, salude a la chica que atendía la casa y desayune rápido porque estaba loco por salir a la calle y ver donde estaba, como era aquel lugar. Apareció Begoña ¿ Que tal loco, como has dormido ? estos primeros días te va costar pero luego se te pasa. Me dijo. Quiero salir a dar un vuelta por el pueblo, para saber donde coger los taxis, los autobuses para llegar hasta aquí o para ir a Santiago. Mira, me dijo, en vez de ir en el coche vamos a ir en un colectivo para que aprendas. Hasta el pueblo solo hay eso. ¿ Un autobús ? le pregunte. No, es como un taxi, lo que pasa es que tu montas si hay sitio, pagas 2 pesos y te bajas donde quieras a lo largo del recorrido. El pueblo estaba a unos dos o tres kilómetros de donde vivíamos en el campo. Me pareció curioso del trayecto, que la mayoría de las casas de por allí ya fueran de gente pudiente o humilde, eran unifamiliares de un solo piso y de madera, luego supe porque. Y luego lo sabrás tu, cuando te lo cuente.




Llegó uno con dos personas, le paramos y nos llevo justo hasta la tienda de mi amiga. Puket se llamaba el negocio, era enana. pero estaba en el centro. Me presento a la chica que tenia, vi el sitio  y después me fui a dar una vuelta. El pueblo era pequeño como los del viejo Oeste. Una carretera que lo atraviesa y casas a un lado y otro del trayecto. Comercios muy humildes repartidos en lonjas sin puerta. Porque haga frio o calor, llueva o nieve, las tiendas y todo, estan abiertas de para en par. Pregunte la razón. Porque los chilenos/as son gente muy seria y muy tímida. Me llamo la atención un chico joven con megáfono. Se colocaba frente a cualquiera de las tiendas y comercios que le contrataban para que hiciera publicidad de los negocios. Y allí a voz en grito diciéndole al pueblo los beneficios de entrar en ese local. En ese momento fue cuando me di cuenta de que no solo estaba lejos de mi tierra, de mi gente, de mi mundo europeo, sino que además mi vida se había ido al pasado. Y no me asusto, al contrario, para lo que venia a trabajar era fantástico, les llevaba diez años por delante. Algo necesariamente podría aportar de lo que sabia y dominaba. No había bares al uso, ni tampoco costumbre de potear. Tampoco el crujiente y esponjoso pan , eran como tortas del tamaño de una mano y sin miga. En las panaderías había mucha gente trabajando, todo chicas. Una te atendía, otra envolvía el producto y otra te cobraba. Los sueldos eran míseros y había mucha explotación dentro de la necesidad. Tampoco había menús del día : Primero, segundo, pan postre y refresco. Allí consistía en una bebida y una salchicha con tomate cebolla y aguacate. La gente en su casa o cuando hacían alguna fiesta comunitaria, llenaban de agua botellas de litro y luego añadían polvos de naranja, de cola, de limón. 


RADIO PROGRESO 
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Imágenes de Internet

Por dentro sentía algo así como estar en superioridad respecto a la gente que me estaba encontrando. Y sinceramente es que era así. Principalmente era gente de campo muy pobre y sin haber tenido posibilidades de estudiar o ir a la universidad en aquella dictadura horrible y sangrienta. Las casas no tenían lujos, eran básicas en todo. Los suelos eran de plástico y se fregaban de rodillas. Después los enceraban para que brillaran. Todavía no sabían que era una fregona con un palo y un cubo. Todo era entre kafkiano, apasionante. Y para ser el primer día tenia mas que suficiente para darle vueltas a muchas cosas. Una, que tenia una oportunidad de oro para trabajar en la radio y triunfar. Otra, el si seria capaz de adaptarme a retroceder en el tiempo y volver a empezar. El reto no tenia vuelta de hoja, ahora solo acababa de llegar

#LaBreveHistoriaDeUnAutenticoHijoDePuta

- MI VIDA EN CHILE EN 1994 -

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