domingo, 8 de diciembre de 2019

EL PLASMA : ¿ Porque esa necesidad de sentirnos continuamente observados ?

Ocurre en la radio con los oyentes que llaman a un programa en directo. No solo les gusta ser escuchados, sino que además lo que mas les pone, lo que les encanta después de su participación en vivo, es que se hable de ellos por lo que hayan opinado o sugerido.Considero que pudiera ser una anomalía de carácter, una frustración y/o una necesidad que tal vez nazca desde la soledad. Como en todo tipo de drogas, aquí también hay Yonkis. Llenamos nuestro ego cuando se hace tertulia o discusión. Nos sentimos importantes, escuchados y vivos. Aunque hayamos decidido vivir ausentes.


Y no te cuento ya en la televisión, hay algo que detesto y mucho como son las continuas miradas al plasma, al monitor, a la cámara, por parte de los que allí se ven reflejados y que forman parte de un programa en directo: Los colaboradores. Ya son famosos o populares por estar años en la pantalla, la gente los distingue, los reconoce. Pero no pocos se pasan el programa mirando a ver si el tiro de cámara esta en ellos/as. Y cuando lo está, ponen sus sonrisas flojas y falsas o ponen caras pretendidamente graciosas. Salvo cuando los pillan con cara de aburridos o patos mareados. Me saca de quicio. Si es la primera vez que te sientas en un plato como colaborador/a puedo entender que te guste que te vean mientras tu miras el monitor o plasma. Pero es que hay gente que lleva años y cuando se dan cuenta que están en cámara, sonríen, ponen caras y hacen bobadas. Puedo entender que lo haga el público porque les gusta verse por primera vez en la tele como protagonistas de ese instante. Por lo que no paso es que lo hagan los que llevan años. Al espectador le gusta lo natural, lo honesto. Ver como la cámara coge por sorpresa a uno de ellos estado abstraído/a o con cara de que no le gusta la sopa y ver cuando se dan cuenta cómo se incorporan, se ríen o haces gestos queda muy cutre queridos


Recuerdo cuando comenzaron a colocar esos plasmas enormes en los campos de fútbol, donde puedes seguir todavía más cerca el encuentro y cientos de anuncios.Cada vez que las cámaras apuntaban a los espectadores y estos se daban cuenta, se volvían locos. Bueno ahora también, y es que aunque sean unos segundos que permanece la imagen en pantalla, se muestran eufóricos, exaltados felices y sonrientes. Es su minuto de gloria y puedo entenderlo, su imagen dará la vuelta al mundo. Y además será tema de conversación entre familiares y amigos durante unos días. Pero si hay algo que me descompone y me irrita del fútbol,son los jugadores, los futbolistas. Están más en comprobar si las cámaras los captan que a lo que hay que estar. Cualquier cosa que le pase a cualquiera de ellos : Una falta, un pase, una caída, una bronca. Todo absolutamente pasa por el plasma y es precisamente allí donde se dirige su primera mirada, su primera reacción. Fijaros bien cuando se disponen a lanzar un córner, colocan el balón, miran al plasma, luego al portero y zas. Si es un penalti o una falta, tanto de lo mismo, lo siento pero no puedo con ello.


Nos soy experto en asuntos psicológicos o cosas de la testa, pero esto cada vez esta más extendido. Una droga tecnológica por vena y de momento sin antídoto. La cuestión es porque esa necesidad continua de ser protagonistas ante un plasma, ante un móvil de generación, ante las redes sociales. En definitiva, ante el mundo

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