Hace al menos cuatro años que intento ser un ciudadano mas limpio, también, en el espacio público de todos/as. Comencé cuando visité por primera vez el alucinante país llamado Holanda. Carreteras, calles, casas, valles y comercios impolutos. Esa envidia de ciudad me llevó a pensar en la mía y en la parte del mundo donde está enclavada y es cuando me di cuenta de lo cerdo que era, y porque no decirlo, de lo cerdos/as que somos. He tenido la fortuna de gustarme viajar, y cuando he tenido posibles, no hice otra cosa que eso. Y en cuestión de cerditos en el conjunto de Europa, somos unos cuantos. No voy a señalar, porque no se trata de un puesto en ningún ranking. Me molesta y me pone de muy mala ostia que el personal no valore esta actitud de respeto al otro y al entorno. Lugar donde conviven seres supuestamente racionales y que de alguna manera tienen que adaptar formas de convivencia precisamente en comunidad. Y me jode también que un colega discuta esto argumentando que el lo hace: "para que no manden a la calle a los barrenderos". No hay discusión ante ese argumento. Y desde luego, " no tengo edad ni el coño para hablar con ladrillos".
OBSERVAR
Solo basta sentarse a la puerta de un bar - por ejemplo - y observar a la gente. Hoy precisamente lo hice. No hace falta cita previa. Ocurre en cualquier momento y en cualquier lugar. Justo cuando el semáforo se pone rojo, un coche para y su joven conductor se lleva a la boca el ultimo cigarrillo, enrolla el paquete y lo tira sin rubor por la ventana. ¿ Cuesta tanto guardarlo y metértelo por el culo cuando llegues a casa ?. Sorprendido todavía giro la cabeza al escuchar como alguien carraspea fuertemente y veo como el señor del traje escupe un lapo enorme y verde cerca de un papelera y rozando el pie derecho del vendedor de la ONCE de siempre. Me produce tal arcada que tengo que cruzar a la otra acera y pensar en Natacha, la rusa que me enseño a comer caviar con los ojos cuando todavía mi miembro me saludaba por el pasillo. Mas tranquilo, intento encender un cigarrillo, pero se me queda colgando en la comisura del Herpes que me salió hace una semana al ver que en la zapatería de la esquina una señora de edad algo avanzada, estaba observando el ultimo grito en zapatos para el verano con uno de esos perros en brazos que no se sabe si es un bolso o un Camafeo talla XXL hasta que dos bolitas secas y estúpidas caen de su culo rozando los pies de la dueña que sigilosamente trata de acercarlos debajo de una bolsa vacía de Lays. ¡¡ Señora, creo que a su perro se le han caído los pendientes ¡¡ . Me contesta ¿ Usted se piensa que mi perro es gay ? ¡¡ Imbécil ¡¡ y se piró sin mas. Ante tanta inmundicia decido dar una vuelta, pero sigo viendo cerdos y cerdas . No es paranoia de veras. Quizás es que ahora valoro mas los detalles. Me ocurre con los seres humanos, ahora me fijo mas en esas pequeñas cosas como por ejemplo: " Que quieran conocerte de veras ". " O que en cualquier momento te envíen una palabra, una frase o simplemente una imagen desde el lugar que precisamente te ha recordado en ese momento" . Detalles que son grandes dosis de serotonina para quien lo recibe.
Y OBSERVAR
El paseo elegido me hace cruzar una gran plaza de cemento donde los cervatillos revelan sus carencias, aficiones, deseos y frustraciones con los primeros tragos y las primeras caladas. Ahora no están, pero quedan los bricks vacíos, las latas retorcidas, las cascaras de pipas y todas las colillas del mundo. Frente a este estercolero juvenil, apenas un metro, dos hermosas papeleras miran difuntas su ansiado desperdicio. Paso bordeando la labor de los técnicos de limpieza y de nuevo en el horizonte diviso una pequeña montaña difusa junto a una raya blanca, cuando alzo la mirada me doy cuenta que es el frontón publico. Llego a la conclusión de que allí estuvieron deportistas de mierda. Me puse las gafas de ver de cerca para comprobar que otra hermosa y azul papelera de hierro fundido yacía triste ante el espectáculo. Ahora si, necesito tomar un poco de aire. Decidí marcharme a la casa donde habito y seguí viendo cerdos y cerdas. Sentada con aires de grandeza, una señora estupenda y bien vestida sujeta un cigarrillo extra largo en una mano mientras la otra decide ir escarbando públicamente diente a diente y arrancando los trocitos de lechuga del sandwich. La miraba fijamente y sin querer iba contando las veces que llevaba el palillo cargado debajo de la mesa, pero unos golpes secos me llevaron la mirada a una chico tipo Ricky Martin estaba volcando su cenicero justo encima de una concha dorada que indica que por allí pasa uno de los caminos que van a Santiago ¡¡ Joder ¡¡ . Pero... donde coño viven estos esperpentos ?.
La mala ostia se me olvida cuando recibo un mensaje de un colega : "Estamos en el escalón ¿ tomas algo cojo de mierda ? ". Cuando llego al local y voy a saludar piso un trozo de molleja rebozada me resbalo dos metros y me doy tal ostión contra el águila de acero inoxidable de la cerveza. que todavía tengo hielo en la frente. Mis amigos también son bastante cerditos por eso me cagué en sus muertos cuando recibí la factura de dentista. Hablo de la villa donde vivo, hablo de esta parte del planeta. Pero podría señalar a todos y cada uno de sus habitantes. Hablo en genérico porque somos mayoría. Los cerditos y cerditas de siempre y los que vamos tomando conciencia a base broncas por llamadas de atención. Jugándonos el tipo ante el chulo, la chula, el prepotente o la estúpida que recurre al insulto o al puñetazo para paliar su vergüenza, su carencia, y una absoluta falta de empatía con el resto de iguales, pero por supuesto, diferentes.
LAS 10 CIUDADES MAS LIMPIAS...
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