Era una tarde como otra cualquiera del mes de Agosto. Gente para arriba, para abajo. Terrazas, niños, perros, coches etc. Un día cualquiera en un pueblo, en este caso, denominado Noble Villa de Portugalete. Todo como casi siempre, salvo que en la acera de enfrente y junto a la parada del autobús, un hombre con barba larga y descuidada, ataviado al mas puro estilo del oeste americano llamaba la atención de los habituales de la calle General Castaños, no solo por su aspecto nada convencional, sino porque iba acompañado de un burro con alforjas y todo. La imagen no podía ser mas kafkiana. El tipo se paró junto a la parada y solo los que habíamos fumado un cigarrito de la risa, pensamos que los dos se disponían a coger el transporte publico y presuponíamos la bronca que le montaría el conductor y la gente. Pero no fue así. El tipo y su fiel y abnegado acompañante solo se pararon un momento, apenas unos minutos para pedir a los transeúntes, un cigarrillo. No le costó mucho, un joven a media sonrisa le ofreció lo pedido y el vaquero continuó su viaje a donde fuera. Eso si, fue el ser humano y su burro mas fotografiado en ese momento en la calle. Para todos los demás, fue un respiro, un espasmo agradable, ante la tediosa rutina de los días al sol.