lunes, 11 de enero de 2021

LA BREVE HISTORIA DE UN AUTENTICO HIJO DE PUTA : Capitulo 20

Son las 4,30 de la madrugada entre el Domingo al Lunes, cuando escucho una voz en tono bajito ¡ Manolo, Manolo !, venga, hay que levantarse. También llamó al compañero que yo iba a sustituir. Se quedo unos días mas hasta que yo cogiera un poco el ritmo y los horarios. Cuando estábamos ya preparados me dijo ¡ Ven mira esto ! . Abrió el balcón y me dijo, mira ahí abajo. Me acojoné. Había una enorme marea de gente apostada en la acera donde estaban la media docena de bares seguidos unos de otros que en breve abrirían sus puertas. Míticos como el Alisas, La Tortilla - Por cierto, este ultimo, el mas conocido y concurrido ya que a esas horas podías comerte una tortilla con pimientos rojos y alguno mas que ahora no recuerdo. Pero de donde salía tanta gente con aspecto de todo menos de ir a trabajar, me preguntaba. En aquellos años, la mayoría de la hostelería nocturna se cerraba a las tres de la mañana. Entonces los que querían seguir de marcha tenían que esperar un par de horas a que abriesen los bares cercanos al Ayuntamiento donde estábamos también nosotros El Rigoitia. Estaba justo detrás de la gasolinera, todavía hoy, sigue ahí. Pero ahora es un kebab, eso si, después de pasar por algunas manos anteriormente.  Como decía, los que estaban sin dormir  y querían terminar la fiesta engullendo una tortilla, esperar dos horas en la calle se hacia eterno. Por eso la mayoría cogió la costumbre de acudir a una gasolinera situada al pie de la autovía en el municipio de Arrigorriaga, permanecía abierta las 24 horas del día. Allí la gente se agolpaba y seguía bebiendo y de fiesta. Después llegaban todos a la vez y por eso parecía desde arriba una gran manifestación. Algo abrumador. Una vez abajo y con dificultad para entrar, preparábamos todo. A las cinco en punto, las puertas de esa media docena de establecimientos se abrían y en pocos minutos se llenaban mientras se vaciaba la acera. Entraba de todo y para todos los gustos. Lo mas variopinto de la ciudad, lo mas lumpen. Y también muchos trabajadores/as, clientes diarios que para ellos era toda una atracción. De vez en cuando había alguna pelea fruto del desfase, pero no llegaba la sangre al rio. Las risas tampoco faltaban. Era un punto y aparte que muchos/as recordaran. Era el Bilbao que comenzaba a generar personajes que después serian parte de su historia. Como por ejemplo La Charcu y tantos otros. También el Bilbao donde la política hervia y donde surgían pintadas en las paredes con tres siglas ETA y que yo no tenia ni idea que era aquello. Y mucho menos de política.



Imágenes de Internet

Ese primer día de trabajo, entre el madrugón, el cambio del ritmo del sueño y todo lo que vi esa madrugada fue horrible pero también apasionante. Comenzaba a descubrir y a sentir situaciones y cosas nunca antes vividas, y eso me gustaba. Fuera de mañana o de tarde el horario y el trabajo se hacia duro. Pero tenia una casa donde vivir y un trabajo que me mantenía. Mi jefe, al cobrar mi primer sueldo me dijo que estaba asombrado de como me había adaptado, Y que a pesar de mi cojera me movía como un rayo. Estaba contento. Solo tenia un día de fiesta y siempre entre semana. Recuerdo que era los Miércoles, pero claro, después de hacer el turno de 4,30 a 9 de la mañana. Lo cual se acortaba bastante, ya que subía a descansar al menos hasta la una o las dos. Luego me arreglaba y salía a tomar algo por la zona. Como mi amigo David también tenia fiesta el mismo día que yo, quedábamos para comer algo y después recuerdo que íbamos a bailar a un lugar llamado el Pumanieska y otro el Seis Estrellas. Éramos adolescentes y en esas salas solo había gente mayor. También íbamos al cine y poco mas, ya que al día siguiente había que madrugar mucho. Cada dos o tres semanas llamaba a mi madre para saber como estaba y para decirle que todo iba bien. Que a pesar de no encontrar de lo mío porque estaba difícil , tenia un trabajo que me gustaba. Ella se ponía contenta por mi. Le pregunte por la bestia, según me dijo parecía que se había calmado y poco mas, salvo ¡ Cuídate mucho !. Todavía no le había dicho donde me encontraba. Ese año pasó casi sin darme cuenta. Todo absolutamente era nuevo para mi y eso hizo que el tiempo pasara fugazmente. Llegaba también a mi mayoría de edad, cumplía los 18 años. Entre mi amigo y dos compañeros mas me prepararon una sorpresa para la noche de mi cumple. Así que ese día fuimos a comer luego a bailar y anduvimos de bares hasta la hora de cenar. Mas tarde llegaría la sorpresa, el regalo.

El Satai era el Goiseko Kabi. El de abajo, el Restaurante Atlanta que estaba a la vuelta

Salimos todos bastante contentitos y fuimos directamente a coger un taxi. Ya dentro, uno dijo : A la Palanca. ¿ Y eso que es ? pregunte. Tu calla, me dijo Daniel, ya lo veras. Era una calle en la parte alta por detrás de la estación del tren. Estaba llena de bares, luces de neón y chicas explosivas - así las veía yo - y muchos hombres y cuadrillas deambulando de bar en bar y apostados en las puertas de los locales. Acababa de conocer por primera vez el barrio chino de la ciudad. ¡ Estamos de putas tío ! y este es tu regalo me dijo mi amigo, mientras los otros se reían ¿ Mi regalo ? dije extrañado. Si joder, te vas a desvirgar con la que mas te guste. Nunca había estado con una mujer y nunca me había masturbado. Y a pesar de mi negativa, por vergüenza o lo que fuera, el alcohol que había bebido me llevo a dejarme llevar. Se acerco una chica joven incitada por mis amigos, para mi parecía mayor. Como si tuviera la edad de mi madre. Cuando me quise dar cuenta ya me encontraba en una habitación de pie con los pantalones quitados y la señora de abajo, lavándome mis partes intimas con una toalla y una palancana. Después se puso de rodillas y de espaldas en la cama y me dijo ven ¡ Métemela cariño, veras que rico ! mientras agarraba mi miembro terriblemente erguido y lo llevaba entre sus piernas. Antes de que lo introdujera en su vagina o donde fuera yo ya me había corrido. Acababa de tener mi primer orgasmo, mi virginidad había desaparecido. Pero la experiencia no me gusto, el lugar tampoco me llamaba la atención. ¡ Quien lo hubiera dicho años después !. Pero ese capitulo ya llegará.



Aguante ese agotador ritmo de trabajo tres años mas o menos hasta 1978. Quería cambiar de zona, de bar. A través de un conocido, dueño de un restaurante donde acudía a comer los días de fiesta, y que sabia como trabajaba, me puso en contacto con otra persona al comentarle que quería cambiar de trabajo. Me dijo : Pues mira este colega ha cogido un bar pequeñito cerca del restaurante que tiene, lo  esta restaurando y preparando para que lo lleve una persona. Lo quiere abrir dentro de tres meses, antes de Navidades. Toma su teléfono y llámale, ya le he hablado de ti. Además, esta en la mejor zona de la ciudad, en la Plaza de Campuzano, en el barrio de Indautxu. Te gustará y a demás son dos hermanos y son gente maja. Añadió. Al día siguiente le llame ¡ Dígame ! Hola Jesús Santos ?. Si soy yo, quien llama ?.  Hola soy Manolo, fulanito te hablo de mi para un bar que quieres abrir pronto. ¡ Ah si, porque no te vienes y charlamos !. De acuerdo, donde nos vemos, le conteste. Mira toma nota : Restaurante Atlanta, plaza de Campuzano, el Jueves a las diez de la mañana. ¿ Te parece bien ? . No podría ser el Miércoles que es mi día de fiesta. Le dije. Bien, da igual, el miércoles. 



Esa noche mi cabeza no paraba de dar vueltas. Tenia una casa donde la sentía como mi refugio, mi cuota necesaria de seguridad. Y sobre todo un trabajo seguro. Si cambio y después la cosa no funciona que pasa ?. Y además, tendré que buscarme una pensión donde vivir. En aquel tiempo no había eso de alquilar habitaciones como ahora. Nada, que no lograba conciliar el sueño. Tenia las lógicas y necesarias contradicciones, miedo, inseguridad. Me sentía muy vulnerable y solo. Cuando por fin mis ojos comenzaban a cerrarse una fuerte explosión retumbo en toda la casa sobresaltando a todos. Serian las tres de la mañana. Salimos al mirador y vimos como salía humo del bar nuestro mientras las alarmas de coches y comercios cercanos se volvieron locas. Bajamos rápidamente mientras llegaban las sirenas policiales de lejos, para ver que había ocurrido. Ya abajo, mi jefe lo vio claro y exclamo ¡ Nos han puesto una bomba!. ¿ Una bomba  ? exclame. ¿ Pero quien, porque ? No entendía nada.  La entrada y el resto del local estaba lleno de cristales, mesas y sillas destrozadas. Según dijeron, no había sido muy potente, pero lo suficiente como para tener que renovar todo.

#LaBreveHistoriaDeUnAutenticoHijoDePuta

#Bilbao #Euskadi

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