Trabajaba en el Goiseko en la plaza Campuzano. Corría el año 1978 desde entonces las distingo. Una de ellas de estatura baja, de aspecto físico rellenito y pintada algo mas discreta. La otra, delgada, altisima y pintada de manera tosca. Siempre que las veía pasar alucinaba. Nunca se paraban con nadie, siempre caminando despacio y no se si con rumbo. Todas las personas que las veían al pasar se volvían. Ahora después de tantos años ..también. Estaba sentado tomando café y las vi pasar pero no logre sacar sus caras. Caminaban por Ercilla sabedoras que las miradas nunca les faltan. Son geniales
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