Allí estaban, sentadas y enfundadas de negro donde solo sus ojos y sus manos tenían el privilegio del sol de esa tarde para todos/as. Da igual la conciencia que tengas sobre la libertad y esas cosas de la vida que nos hacen mas cercanos, mas democráticos y mas justos. Pero cuando lo ves en vivo y en directo fuera de su ámbito o país, se produce una especie de "Sindrome de Estocolmo ". Como una sensación de acoger la ingrata manera de vivir casi a oscuras. Es como una protesta y denuncia entendiendo sus costumbres solo a medias.
Una tarde en un parque en la ciudad de Barcelona. Un lugar cosmopolita donde miles de seres humanos de todas las partes del mundo se juntan y comparten las calles, la cultura, las playas, los restaurantes y ... los parques. Cada uno de los que están y de los llegamos pertenecemos a tribus distintas. A estas alturas casi nada nos asusta o sorprende, pero todavía no termino de asimilar que el cuerpo y la piel tenga que permanecer en esa cárcel crónica. Donde la alegría solo sea un sonido sin gesto. O donde la tristeza o la soledad no tenga un cara para expresarse.
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