
PASEANDO A MISS JACINTA
Necesariamente hay que pisar suelo francés vayas a cualquier lugar de Europa que decidas. Así que de una tirada se llegó hasta la frontera suiza por la autopista que une Lyon con Ginebra. Allí unos señores que al parecer no eran policías pero si funcionarios, estaban para que todo vehículo extranjero comprara la necesaria pegatina con el anagrama verde de una autopista para poder circular por las carreteras de este país independiente del resto de Europa. Cincuenta pavos costaba la cosa. A Jacinta casi le da un ataque. Pero había que hacerlo si queríamos entrar en suelo suizo y entrar a Alemania por el norte y de paso dar un vuelta por las tres ciudades principales del país helvético.
Como siempre y tanto si es ciudad como pueblo la señora quiere que se la lleve a la parte vieja histórica. La primera ciudad suiza que estaba en el camino era Ginebra ( Geneve ). No se porque, pero solo basto pasear por su parte mas turística "El muelle" con su monumental y abanderado puente que distribuye en dos partes la gran urbe para sentirme cómodo y sorprendido. Tanto, que se nos pasó por alto su parte antigua, pero no se le dio importancia. O el calor aplatanó las ganas. Este día fue tremendamente caluroso como todos los demás del trayecto salvo alguna pequeña excepción en forma de gotas de verano. La gente, todos y cada uno de los seres humanos que estaban alli eran observados por el gran chorro de agua que surge de las entrañas del mar y que abraza y refresca los cuerpos con la complicidad necesaria de la brisa. Y todo al son de la música latina y de un mundo global y a su aire que respira quietud y buen rollo.
Ya en Berna, la cosa era bien distinta. Allí era regresar al pasado medieval pisando sus calles cuadriculadas y viejas en su viejo barrio espectacular y majestuoso plagado de turistas esperando la señal del reloj vivo mas fotografiado del pequeño y rico país. Coches, bicicletas, tranvías, y toda la locura de seres humanos trabajando junto a los huéspedes de paso dejaban paso a la imaginación y a las miradas de todo tipo.
Cuando llegamos a Zúrich aparcamos justo en pleno centro de la parte mas visitada de toda la ciudad y a unos pasos de su parte antigua. Al lado mismo de un hotel que nos ofreció sin querer su canal Wifi al que accedimos sin problema. Pero ojo, esto solo fue un casualidad ya que es dificilísimo pillar conexión en cualquiera de los países visitados en esta ocasión. Unas vueltas en bicicleta para ver - según me dijo un - taxista egipcio - al que pregunté por - el centro - y que casualmente hablaba mi idioma : Allí mismo es " la calle mas cara del mundo" porque es donde están las marcas mas conocidas y famosas del planeta" según dijo. En mi opinión, ropa fea, carísima sin mas, y poco gusto en los escaparates. Por eso cuando entramos en la Gran Estación me quede sorprendido. Es inmensa. Una vueltecita por su parte vieja tranquilizo el espíritu. Sus calles coquetas y bien cuidadas y la gente cenando en los pequeños restaurantes de luces amables y cálidas pusieron la nota brillante a la fugaz visita.
No conocía Suiza, ahora no volvería. La prepotencia que he sentido en las distancias cortas, la mala educación de los conductores y la poca empatía con el extranjero, así como su carísimo y sin sentido alto nivel del precio de las cosas, bastan para pasar de ellos. Sobre todo teniendo a unos pasos mi mas que sorprendente y concienciada Alemania. Por cierto, país al que acuden a comprar incluso lo básico "los prepotentes y ricos suizos/as".
Parte 2... proximamente
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