Todo un honor figurar en la historia de un local que ha sido visitado al menos una vez por el 75% de la ciudad y no te cuento nada de otras partes de Euskadi. Y no digamos si hablamos de personas conocidas y famosas. Son tantos seres humanos como historias con todos ellos/as. Fueron los mejores años de mi vida en todo. Doce años donde el día tenia 48 horas. Todo intenso en el fragor de batallas y partidos de fútbol. Y por unos años la esquina del caballo interesado. Pero por encima de todo un lugar donde la música, la variada y exquisita barra de pintxos, la limpieza y su elegida decoración era religión para todo aquel que osaba meterse en esa barra. Ahora ahí va la generación nueva y estoy convencido que la saga seguirá la estela de Zuto el padre. ¡¡ Aurrera ¡¡
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