Eran las siete de la tarde mas o menos cuando este Domingo me sentaba en una parada de autobús entre Portugalete y Santurtzi. Allí estaban inmóviles ,silenciosas con la mirada perdida en el cualquier horizonte dos señoras septuagenarias que de repente comenzar a hablar entre ellas. Tengo la suerte de tener un teléfono móvil, y también la suerte de que este posee una cámara de vídeo fantástica, pero también tiene una grabadora de sonido y por eso decidí grabar la charla con el objetivo de recoger sus inquietudes, sus cosas y todo por curiosidad aburrimiento o quizás por dar alguna utilidad mas a mi celular.
Ellas hablaban de sus nietos. De esos hijos a los que apenas ven por causas de tiempo o que se yo. De lo raras que se están haciendo las amigas, de los achaques, de la soledad que siente cuando entra en casa.... Yo escuchaba atentamente a esas dos viejas hasta que de pronto me vi reflejado en el espejo de la marquesina. Tenia el cabello blanco que junto a unas enormes bolsas debajo de los ojos hacen de mi cara un ser fantasmagorico. Me bajo de aquel instante las palabras del chofer ¿ Sube o que ?
Ellas hablaban de sus nietos. De esos hijos a los que apenas ven por causas de tiempo o que se yo. De lo raras que se están haciendo las amigas, de los achaques, de la soledad que siente cuando entra en casa.... Yo escuchaba atentamente a esas dos viejas hasta que de pronto me vi reflejado en el espejo de la marquesina. Tenia el cabello blanco que junto a unas enormes bolsas debajo de los ojos hacen de mi cara un ser fantasmagorico. Me bajo de aquel instante las palabras del chofer ¿ Sube o que ?
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