Desde el día en que mi madre me confesó que fue meretriz en sus años mas jóvenes no he dejado de amar y admirar a las mujeres. A esos seres humanos que viven en el mismo planeta, espacio o ciudad que nosotros. A esos iguales que forman parte como yo de un núcleo llamado sociedad, forman también parte de un todo. Ellas no son ni mas ni menos que yo. Aquella confesión maternal, no hizo que mi cara realizará ningún gesto, ni que mis manos temblaran, tampoco sentí un vuelco especial en el pecho. Solo la miré. Y así nos quedamos los dos, mirándonos a los ojos. Sin preguntas, solos en el silencio de las palabras, pero unidos por las manos. Por ella, y por todas y cada una de las mujeres como ella. Y también sirva como homenaje a todas y cada una de las mujeres asesinadas por causa del Terrorismo de Género. Hannah Arendt, nacida como Johanna Arendt, (Linden-Limmer, hoy barrio de Hanóver, Alemania, 14 de octubre de 1906 – Nueva York, Estados Unidos, 4 de diciembre de 1975) fue una filósofa política alemana de origen judío, una de las más influyentes del siglo XX.1 La privación de derechos y persecución en Alemania de personas de origen judío a partir de 1933, así como su breve encarcelamiento ese mismo año, contribuyeron a que decidiera emigrar. El régimen nacionalsocialista le retiró la nacionalidad en 1937, por lo que fue apátrida hasta que consiguió la nacionalidad estadounidense en 1951.
( Todo es relativo, subjetivo y abstracto. Y yo solo se que no se nada )
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