miércoles, 6 de enero de 2021

LA BREVE HISTORIA DE UN AUTENTICO HIJO DE PUTA : Capitulo 17

Estuve toda la noche tiritando de miedo, angustiado y dolorido por dentro y por fuera. Y también pensando como decirle a mi madre lo de la ceja partida y las rojeces de la cara. Me levante cuando la escuche rondando por la cocina con su ataque de tos habitual al levantarse. Entré tranquilo dandole los buenos días. Cuando se volvió para contestarme dijo ¿ Pero chico que te ha pasado, porque tienes la cara así ? . Ayer, que saque al perro, vio a otro de repente, me tiro al suelo y me arrastro unos metros ¡ Madre mía, estoy de perro hasta los cojones ya ! . El animal no tuvo la culpa, fue mía por ir despistado. Ven que te cure un poco, anda. Cuando se acercaba la hora de comer y que llegara la bestia maldita, esa que ya descaradamente odiaba, sentía temor. Llego junto con el perro como siempre y lo primero que le dijo mi madre ¿ Ya has visto lo que ha hecho el perro ?. Si ya lo vi, contesto pusilánimemente. Una vez sentado y sin escrúpulos me dijo : Tienes que estar mas atento. Yo no dije nada. Estaba visualizando en mi cabeza, como le clavaba el cuchillo de cortar pan en el cuello, mientras estaba siendo tan necio, tan embustero y tan vil. No recuerdo mas de ese día.

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Unos meses mas tarde, recibí una llamada de Daniel, aquel colega que conocí el día que cumplí los dieciséis y que tenia pensado ir a vivir con tía a Bilbao. Me dijo que ya estaba allí hacia una semana, que se acordó de mi y que apuntara el teléfono de su nuevo destino, de su nuevo domicilio por si algún día me decidía a cambiar de aires. Aquel día le hable de mi situación, el estaba parecido. Eso creo que fue lo que nos unió. Estuvimos un rato charlando. Entre otras cosas me conto que su tía hablo con el dueño de un bar cercano a la casa del que ella era clienta, para que trabajara y aprendiera un oficio allí. El tampoco era de estudiar según me dijo. Apunte el numero y nos despedimos. Tal vez nos veamos pronto le apunte. Vale, un abrazo aquí me tienes. Cuando colgué, me quede un rato en silencio y preguntándome : " Si le digo a mi madre que me gustaría irme allí con el a trabajar, como reaccionaria ". Estoy seguro que me diría que no, que soy muy joven todavía. Que tengo tiempo y que ahora tengo mi taller. Ajena a todo, consciente o inconscientemente, sobre lo que yo calladamente estaba sufriendo. Por supuesto no le dije nada. Sobre todo pensando en su salud y en el disgusto que se podría llevar. No obstante y después de la llamada de Daniel cada vez tenia mas claro que mas temprano que tarde me marcharía de esa casa. Me desperté de ese momento introspectivo porque me llamaron la atención unos copos de nieve que veía caer a través de la ventana. Tal vez anunciando la Navidad que estaba a escasos diez días. Un tiempo que nunca me llamo la atención. Sobre todo, las tres ultimas que pase con Azucena y ese hombre malo. Siempre los tres solos y sin seguir horas o momentos. A las diez de la noche ya estábamos cenados. Luego a la sala a ver la tele. Apenas unos minutos y los dos se quedaban dormidos. Y ese es el panorama que me quedo para siempre, por eso las detesto. No representan mas que tristeza para mi.

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Pasadas esas fechas, un día a mediados del mes de Enero mi madre recibe una llamada de un señor que decía ser el dueño de un bar cercano a la casa. Preguntaba si ahí vivía un tal Luis, mi madre dijo que si. Mire, es que esta aquí el hombre un poco bebido y alguien que le conoce me ha dado este numero, por eso la llamo. Tal vez porque Azucena bregaba de vez en cuando con gente ebria o porque ya había pasado otras veces cuando yo todavía no vivía con ellos, pero apenas se inmuto. Bien no se preocupe, enseguida voy para allí. Colgó y comenzó a inhalar Ventolin para su cada vez mas acentuada Asma. Después comenzó su letanía de insultos y sus deseos muerte hacia el maldito. Se vistió de calle, llamo al taxi de confianza que venia todos los días para llevarla y traerla al trabajo. Le dije que le acompañaba, me dijo que para nada, que venia enseguida. Tardo una hora en regresar de un lugar que tampoco estaba muy lejos. La imagen que vi al entrar era la de un tipo desaliñado con la ropa del trabajo echa un cuadro deambulando lentamente. Cuando me vio me grito ¡ Y tu que me miras, vete a tu habitación ! Me fui corriendo guiado por los gestos de mi madre que entraba detrás, como que me fuera y me encerré en mi habitación con la oreja pegada en la puerta. Mientras Azucena le ayudaba a meterse en la cama, el la decía en voz alta . ¡ No me toques, déjame !! Pero ella insistía y le quitaba poco a poco la ropa. ¡ Con quien me engañas, con quien te estas acostando zorra ! . ¡ Cállate y no chilles que esta el niño, los vecinos. ¡ Estas borracho, deja de decir gilipolleces ¡. Entonces porque te arreglas tanto últimamente eh, dime !. Acto seguido escuche como vomitaba y luego los juramentos de mi madre mientras iba a por la fregona y por el espectáculo. El hombre oscuro, la bestia, el ogro, esa cosa extraña con forma humana, cada vez iba mas allá. Yo seguía pensando que la culpa de todo era mi presencia. Lo mismo que sentí desde el primer día que llegue. La situación era tan insoportable que mis ganas de trabajar y la ilusión con la que empecé se estaba deteriorando poco a poco. Solo quería escapar.


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A principios de Marzo a pocos días de mis diecisiete añazos, el tiempo salió esplendido y con mucho calor en el Bierzo. Y así se mantuvo hasta principios de Abril. A mi madre le encantaba el Sol le animaba y de alguna manera le calmaba su deficiencia respiratoria. Salía poco, porque aunque se levantaba temprano, no le daba el tiempo. Pero dos o tres veces al mes le gustaba que saliésemos a sus tiendas a lugares habituales. Tenia ya tanta confianza y gastaba tan bien en ellas, que bastaba una llamada, para que le llevaran a casa la compra habitual o lo que fuera. Un día la escuche hablando con el establecimiento donde se compraba la ropa de vestir. Le pedía al dueño una especie de vestido o bata de estar en casa fresquita pero que le apetecía salir - parece que la estoy escuchando mientras escribo y siento escalofríos - luego sabrás porque. Al otro lado se escuchaba decir : " Bien Azucena , pues mira, te mando media docena de unos que tengo baratitos que me han llegado hace unos días y que estan muy bien. Elige el que quieras y los otros ya le digo al chico que te los lleva que los recoja mañana. ¿ Te parece ?. Vale, me parece bien, en eso quedamos, exclamo Azucena. A la media hora aproximadamente llamaron al portero automático. Era el aprendiz o chico de los recados. Le traía los vestidos y mi madre siempre muy generosa le dio una buena propina y las gracias. Después se metió en su habitación y se los estuvo probando. ¡ Manolo ven, mira a ver que te parece este !. Me quede extrañado, y no por decirme que fuera a ver si me gustaba el que eligió, sino porque era la primera vez que no me llamaba Manolin. Cuando entre le dije : ¿ Me has llamado Manolo ? pues claro, contesto mi madre, ya no eres un niño. No te gusta ?. Oh si claro que si, es solo que me parecía raro. Bueno dime ¿ Te gusta este ? Muy bonito, te queda bien, que que iba a decir sino. Yo no sabia de modas, pero era mi madre y si a ella le gustaba, a mi también. Pues nada me quedo con este. Se lo dejo puesto y los otros los colgó en el armario de la misma percha en que vinieron, para devolverlos al día siguiente. 


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Sonó el teléfono, era el señor de las tinieblas diciendo que no vendría a comer. Que se iba a la casa de campo de un amigo a llevar el perro y que comía allí. La alegría de mi madre era total, mi tristeza, infinita, me hacia mucha compañía. Pero en fin,  al fin y al cabo yo me quitaba de limpiar diariamente los pelos del sofá y me madre tendría un disgusto menos. Y así fue, pero su alegría duro tan solo veinticuatro horas ...

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