LA BREVE HISTORIA DE UN AUTENTICO HIJO DE PUTA ; Capitulo 26

Las inundaciones, la tragedia en la que se sumió Bilbao y todo Bizkaia no debilito a sus gentes, al contrario, fue como un revulsivo y la moral de los ciudadanos no fue asesinada por el agua. A partir de ahí se encendió una mecha que años mas tarde se convirtió en un cambio radical, La ciudad dejaría de ser gris y su ría ya no seria la fea que la partía. Toda desgracia siempre tiene su lado bueno, que es precisamente el que nos toco a nosotros. Así ante el éxito y las avalanchas de gente, los hermanos no tuvieron mas remedio que comenzar a contratar gente. Primero una cocinera, con la que estuve unas semanas enseñándole todo el asunto. Después yo pase a la barra, pero ya con mi contrato. Osea fichado. Aunque tengo que decir que los meses que estuve por voluntad propia, todos los meses me iba a casa con dinero, nunca dejaron que trabajara gratis. Mas tarde llego Mikel, un tipo ms bien serio pero muy currante, que también ficho de fijo. Y luego tuvieron que traer gente de apoyo para los viernes y sábados. Entre los dos hermanos, los dos fichados mas la cocinera cubríamos bien la semana. Dos estaban de 7:30 de la mañana hasta las 15:30 una semana. Y los otros de 15:30 a 00:00 horas, los Domingos cerrábamos. La buena sintonía y el buen rollo siempre permaneció. Aunque no voy a decir que no tuviéramos algunas movidas, sobre todo cuando mas  trabajo había. La tensión se adueñaba del espacio y en algún momento saltábamos. Algo normal al estar rozándonos todo el día en un espacio tan reducido. Pero es que había que ver que era aquello, sobre todo los fines de semana. Un bar tan pequeño con una barra en redondo donde cuatro tíos no daban abasto. Gente joven, gente maja, gente guapa, pijas pijos, niñatas niñatos. Todo tipo de tribus y clases sociales formaban parte de aquel Pozas. La locura fue cuando comenzamos a poner canciones de los sesenta, aquello era un escandalo ¡ Nosotros bailando dentro de la barra la gente haciendo lo mismo fuera y la música a tope ! . Nos convertimos en el bar de moda en el punto de referencia para quedar con la cuadrilla. Y puedo aseguraros que la mayor parte de la generación del 57 han pasado por ese local y mas tarde sus hij@s. Te digo mas, ni te cuento la de políticos/as de ahora mismo, que atendí alguna vez. Y que también invite a salir porque estábamos cerrando o porque ya no le hacia falta otro trago mas.

Desde que tuve mi primera y fatídica relación con aquella señora mayor de la Palanca el día de mis dieciocho cumpleaños, no había estado con nadie mas. No era guapete, tenia una pierna chunga y bueno digamos que no era precisamente el tipo al que las chicas se le pudieran ir los ojos. Pero tenia marcha, era vacilón, tenia labia y me gustaba embaucar. Lo de la pierna era algo que me seguía pero que ni tan siquiera le hacia caso. Jamás tuve ningún complejo por ella. Ni tampoco fue un obstáculo para la mayor parte de las cosas que hice en mi vida nada. Dentro de la barra era el rey del mambo y aquellas chicas y aquellas mujeres que entraban me perdían. La mayoría eran bellísimas y otras un pecado venial. Me pasaba el día vacilándolas, seduciéndolas y ellas se dejaban querer. Nadie sabe la fuerza y la magia que dan los sesenta centímetros que separa la barra entre cliente/a y camarero. Deciros sin animo de practicar la egolatría hacia mi  o ser pedante, la verdad es que era un tío majo, caía bien y además era divertido. Por si fuera poco, estaba en el bar de moda y de mas marcha de la ciudad, y eso queridos míos, son muchos puntos a favor. Tarde un tiempo en acostarme con una chica no tarifada, pero a partir de aquí, fue un no parar. Testigo de lo que digo esta mi palabra, porque no tengo razones para mentirte, pero también el que fue mi jefe, compañeros , mi cuadrilla de entonces y gente que sabe muy bien quien soy. 

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Yo trabajaba en la parte alta de la ciudad, en el centro, también vivía y tomaba potes por el barrio, pero siempre que podía me bajaba al Casco Viejo y  lo mejor, es que siempre lo hacia solo. Como conocía tanta gente, tomaba un pote con unos, luego con otros, pero luego me perdía a mi aire. Me encantaba estar en mi mundo en mi tiempo particular , observar y hacerme el interesante ante la mirada cruzada con una chica, con una mujer. En esos años junto con otros tres o cuatro tíos mas que conocía de vernos en los garitos de altas horas y altas copas, posiblemente fuimos los mas afortunados del casco viejo. Desde entonces para mi, salir de fiesta no era el objetivo, trabajaba a diario en una. A partir de ahí la conquista me gustaba mas que el ligue, era mi divertimento. Después venia la cama, si, pero reitero, lo que mas llenaba mi ego era el conquistar. Lo hacia a través de los preámbulos de la mirada, la insinuación, el lenguaje no verbal. Y sobre todo mucho arrojo, no me cortaba absolutamente nada. El Si o el No entraba dentro del juego y lo admitía con deportividad. La vida hasta el momento me había convertido en un tipo duro y seguro de si mismo. Alguien que se conocía muy bien, que se aceptaba tal y como era. Porque ante todo no tuvo otro remedio que quererse asimismo hasta la extenuación, para sobrevivir a la soledad que le estuvo acosando tantos años. Un hombre con la autoestima desbordante, esa que le acompaño siempre y que hoy le ayuda también a contarte su historia

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