La verdad es esa, me gustaba el oficio, se me daba bien. Después del periodo de prueba como aprendiz durante seis meses, comenzó a pagarme un sueldito. Cuando lo dije en casa, Azucena se alegro mucho y me dijo que lo fuera ahorrando. Que si necesitaba dinero para algo que se lo pidiera. Yo le dije que no hacia falta que yo ya ganaba mi propio sueldo, en una actitud adolescente con fines de mayor, imagino. Y añadí, además estoy pensando en poner mi propio taller. El señor oscuro solo dijo ¡ que bien ! y continuo escuchando y comiendo hasta que dije lo del taller, ahí se hecho una carcajada y me dice ¿ Crees que lo sabes todo eh rapaz ? tienes catorce años, llevas un año y crees que eso es así de fácil. Tu déjale, si le hace ilusión tiene tiempo todavía, añadió mi madre. Tu sigue educándole de esa manera diciéndole a todo que si y llenándole de caprichos. Se levanto antes del segundo plato y dijo me voy trabajar, no quiero escuchar mas tontearías. Dando un portazo como casi siempre. Yo me quede mirando a mi madre con cara de no entender nada. Esas reacciones del hombre oscuro eran mas que habituales. Como lo eran los insultos susurrantes de Azucena hacia el después de que se marchaba. Casi siempre los mismos ¡ Me tienes harta, ojala te estrelles, amargado, cabrón !. Todas estas situaciones o parecidas me creaban ansiedad, temor y miedo. Nunca veía afectos, besos, abrazos, solo situaciones donde quería salir corriendo y no parar. Siempre que me encontraba así tenia el mismo sueño, escapar de allí. Mientras tanto solo tenia un objetivo en mi cabeza, montar mi taller en casa. O mas que un objetivo tal vez fuera una vía de escape, algo donde aferrarme. Si pensaba en ello no pensaba en el tipo raro.
El taller seria mas o menos algo así
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Al cumplir los quince mi madre hizo posible mi sueño. Un mes antes me dice : Bueno y que es lo que necesitas para tu taller ¿ Como ? le dije. Si, que maquinaria o que cosas necesitas, pero con una condición ¿ Cual ? que de lo que saques con lo que hagas, me lo vayas devolviendo poco a poco, si ganas cien pesetas, cincuenta para ti y cincuenta para mi ¡ Vale !. Sali corriendo hacia mi cuarto ¿ Pero donde vas loco ? grito Azucena. Volví igual de rápido y le dije , toma, esto es todo lo que necesito para empezar : Una mesa de trabajo, las herramientas, una pulidora y dos laminadoras pequeñas. Le di la hoja del presupuesto que pedí a Madrid. Comenzó a reírse ¡ Madre mía , vas a tener que soldar muchas sortijas !. No recuerdo que costó. Dos días después de mi onomástica llegaba todo el material y yo mismo lo instale en mi habitación. Era amplia y cabía perfectamente. Cuando llego el hombre ese, mi madre terminaba de guisar y yo estaba desembalando las cosas. Donde esta el rapaz, le pregunto. Esta en la habitación, ya le ha llegado el taller. Abrió la puerta, me gire, me miro en silencio y le dije inocentemente ilusionado ¡ Mira, ya tengo mi taller !. Dio un giro lento de ojos alrededor viendo el cristo que tenia montado de cajas y dijo con una mueca a modo de sonrisa ¡ Que bien ! . Y se fue a la cocina. Estas actitudes y desplantes aceleraban mi odio, mi rabia adolescente hacia el. Y cada vez mas ..
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Dos meses después y cuando tenia ya todo montado le dije a mi madre en presencia de Luis : Voy a dejar el taller y voy a trabajar para mi... ¡ Ah si ! ¿ Y que joyería te va a dar trabajo si se lo dan todo a los dos únicos que hay ? . Si, le conteste, pero creo que algo puedo hacer. Ellos a veces no llegan a todas las reparaciones. Acto seguido Azucena dice : Bueno, yo conozco al que le compro todas mis sortijas y esa es la mejor, ya hablare con el . Yo la conocía de sobra, le hacíamos todos los arreglos y encargos. A veces nos desbordaba, sobre todo en Navidad y Verano. Llegaban mas que nada gente del pueblo y de comarca que trabajaban en Francia. Era una locura y se dejaban buena pasta. Mi jefe ya estaba al tanto de mis intenciones y ya sustituto. Y aunque entendía mi ansiedad mis ganas, me dijo : Yo llevo mas de treinta años y todavía estoy aprendiendo. Esto no es fácil, añadió. Después me deseo suerte mientras me daba un sobre con el finiquito y un abrazo. Cuando salí tuve una sensación extraña, mientras regresa a mi casa que no la sabría definir. Era como si barruntara algo malo y efectivamente no iba descaminado. Mi madre nerviosa casi ahogándose por su Asma y casi llorando. El hombre oscuro, con la cara partida y sangrando como un cerdo por la ceja ...
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