La vida en aquella casa catalana llego a su fin un día en el que Azucena así lo decidió. No se la razón, pero aquella adolescente se marchó a la deriva de la vida. Y ese viaje sin rumbo la llevo a tierras del Bierzo, que por aquellos años la riqueza del carbón y las minas de Volframio hacían de aquella región española un lugar de peregrinaje. Y allí se instalo, en pleno corazón de las montañas, en la hondonada de un lugar llamado antiguamente Pontis Ferrata ( Puente de Hierro ) mas conocida como Ponferrada.
Cuando supo de sus padres después de mucho tiempo, le dijeron que su hermana Pilar había emigrado a Suiza y que su hermano Jesús, se quedo con ellos por ser el mayor, pero que la salud no le acompañaba. La familia se había desmembrado por causa de la guerra civil mientras seguía la dictadura en las calles y el hambre campando a sus anchas por los estómagos de todos. La vida no era fácil para nadie, tampoco para Azucena. Sola en un lugar a mas de cuatrocientos kilómetros de distancia de abrazos, de calor, de besos, de hogar. Esa España diezmada por la miseria y el oscuro futuro, la llevo a vender su cuerpo. No se porque llego hasta ahí, aunque si me atengo a los tiempos actuales, me imagino cientos de razones. Ella nunca me lo dijo, jamás me hablo de su vida. Todo lo que supe de aquella mujer lo descubrí años mas tarde estando en vida y después de fallecer. Pero es que de momento no he nacido todavía, eso vendrá mas adelante. La vida al parecer le iba bien, trabajaba mucho. Tanto, que cada mes le enviaba dinero a sus padres y una vez a la semana les llamaba por teléfono. Como ellos no disponían de ese - entonces - lujo, lo hacia a una tienda de ultramarinos que estaba frente a la casa donde vivían situada en una barriada del Puente de Vallecas, en Madrid. En muy contadas ocasiones fue a ver a sus padres. Cuando lo hacia era en visitas relámpago a través del Expreso de Coruña- Madrid que se hacia eterno.
Un buen día cerca de los treinta años Azucena se queda embarazada. No se si fue algo buscado, alguna consecuencia de su oficio, si tenia novio. O si algún cliente le hizo promesas de futuro y al enterarse se esfumo. Lo cierto es que tenia un marrón que no podía permitirse y una sociedad que señalaba a las madres solteras mientras los Domingos rezaban aquello de " Con Flores a María, Con flores a Porfía que madre nuestra es". Azucena estaba muy sola y no se si su educación le permitía pensar en el aborto, algo mas que proscrito en aquel nacionalcatolicismo. Solo se que ella siguió adelante y la prueba mas palpable es que esta historia, te la esta contando su único hijo ,,,
#LaBreveHistoriaDeUnAutenticoHijoDePuta
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